RECORDANDO AL HERRERO
María Lucía Sepúlveda
Consultorio Maule
2° lugar año 2002
Como dejar de recordar a mi abuelo tan ligado a esa piedra negra (carbón de piedra) tan preciada para él, con aquella pasión que la colocaba en la fragua cuyo color hacia poner los hierros al “rojo vivo “como el sol ocultándose en el mar, momento en el que el los moldeaba a su antojo en un extraño rito de mezclas de agua y color.
Recuerdo el sonido del golpe del herrero el se llamaba Cupertino Sepúlveda ,fue mi abuelo y vivió en la calle “Roma “ y que hoy se llama Diego Portales el era el único herrero o fraguador que con su mazo y bigornia (plata formas de fiero ) y a pura fuerza lanzaba al aire los sones del hierro con singulares características que despertaba este pueblo apacible y dormido dando formas a herraduras azadones ejes de carretas además agregando el olor del carbón de piedra quemado en las fraguas que nosotros por entretención íbamos a recoger a la estación , pues estos se caían de los trenes que venían del sur , creo que de Lota .
Mi abuelo sin saberlo con su trabajo contribuía al desarrollo de Maule ya que de el dependía la fabricación y arreglo de varias herramientas como las que mencione, también contribuyó a escribir parte de la historia ya que su oficio desaparecería con los años. y tanto que se preocupaba quien seguiría con su trabajo y a quien dejaría sus herramientas … su fragua … tanto que le quitaba el sueño esa preocupación sin saber que la tecnología iba a superar para siempre a los “herreros y fraguadores “.
La gente del pueblo… tranquila, cariñosa, solidaria, honesta caminando en las calles polvorientas y en inviernos grandes barriales y nosotros así vivimos. Junto a mis abuelos .Mi abuela una mujer bajita Uberlinda Bernales un poco encorvada por el paso de los años .
Aunque no la recuerdo tan cariñosa, aun así sentía su demostración de cariño ,ella mantenía los patios llenos de flores alrededor higueras enormes que en su tiempo daban abundantes brevas e higos. al interior de la casa a pesar que el piso era de tierra la casa brillaba y parecía que todo estaba impregnado al olor de la azúcar y yerba a mate quemada que ella diseminaba ocasionalmente en el brasero, esto era en invierno o verano en que no podía faltar los “mistos ” del mate , mi abuela se levantaba temprano , primero a picar su huerta dar comer a sus conejos , y alimentar a un número considerable de patos y gallinas los cuales le daban la satisfacción de recoger en su canastito muchos huevos los cuales le permitían mantener siempre unos cuantos pesos en su delantal .
Han pasado los años y el golpe del herrero se silenció , los hierros fueron desapareciendo, las herramientas también ,la fragua ..No se su destino… sólo se que el tiempo inexorablemente a cubierto con un manto de olvido los oficios y costumbres de nuestro pueblo.
Sólo queda el recuerdo con especial sentimiento de nostalgia por lo que fue también parte de mi vida al lado de mis abuelos.
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